Por las RRSS leí una frase que decía algo así como que “ser positivo no era ver solo “lo bueno”, sino quedarse con lo bueno de una situación” como totalidad. Luego, pensé acerca de la importancia de la Gratitud en términos de un desarrollo ulterior del aparato psíquico.
Por estos días se lee mucho a gente dando las gracias “a pesar de todo”: Luego de haber estado asustada, enrabiada, etc. el último tiempo, declara agradecer “por tener tiempo para mis hijos” “por haber hecho esta o aquella actividad para la que no me había dado el tiempo antes” y así.
Efectivamente, siguiendo a Melanie Klein, la gratitud no es “gratuita” sino que es el resultado de múltiples sentimientos de hostilidad.
Desde etapas muy tempranas del desarrollo, el psiquismo se ve expuesto a sentimientos “buenos” y “malos” de manera simultánea. La hostilidad en forma de envidia correspondería a lo bueno que me ha sido (de manera inevitable) arrebatado, a saber el pecho materno. Luego vendría la elaboración de dicha ambivalencia en que se experimenta culpa ante la propia hostilidad, buscándose la preservación y reparación del objeto. En otras palabras “triunfa el amor”. Dicha evolución marca de manera significativa al sujeto en la elaboración de sentimientos para su vida en adelante, según la autora.
De esta manera, no resulta difícil visualizar la hostilidad de los últimos meses ante lo que un Otro social, o encarnado en alguna persona o institución, puede haber arrebatado: la libertad, la salud, el dinero, etc. Es una hostilidad por lo demás realista, distinta a lo que sería una huida maníaca de ver “solo lo bueno”. Solo más tarde es cuando puede echarse mano de este recurso elaborativo, de manera de poder preservar mi propia integridad y la de los otros: cuando la angustia persecutoria puede devenir gratitud…a pesar de todo.